viernes, 20 de mayo de 2011

Conversaciones en los ascensores

¿Por qué? ¿Por qué? Eso es lo que te preguntas o te preguntarás alguna vez en tu vida pensando acerca de los ascensores, esos misteriosos objetos que desde fuera no te influyen nada, pero dentro te envuelve una magia extraña que no te deja sacar temas de conversación a otras personas, aparte del ¿ a dónde va usted?(Yo es que soy muy educado, no sé como lo hacéis vosotros). Hay varias situaciones especialmente incómodas en los ascensores y las enumeraré todas, o trataré de enumerarlas( si os sabéis más, avisadme):
-Cuando vas en el ascensor con una madre que viene con sus hijos y no puede parar de hablar, preguntándote sobre tí. Este caso lo odio, ya que vengo muy cansado aunque sobretodo exhausto del colegio, y que te pregunten sobre el corsé, o por que tal llevas las clases, pues es un poco incómodo además de que te pille un día que no quieras hablar.
-Cuando vas con un vecino tuyo joven, pero el chaval es muy tímido, y no sabes si abrir una conversación, o mirar al tendido hasta que uno de los dos se baje del ascensor.
-La PEOR de todas: cuando vas con mucha gente en el ascensor y huele a pedo. Esa es horrible. Tienes dos opciones:
-Tragarte todo el olor y mirar mal a los demás, intentando adivinar quien había sido(se nota por su sonrisa maléfica), para otro día VENGARTE.
-Llamar la atención a los demás, dejando claro que tu no has sido, porque yo lo hice con unos jovencillos en proceso de edad del pavo y me contestaron: el que lo huele debajo lo tiene. Y encima se rieron de mí, no es justo. Hasta que les enseñe mi corsé y les dije que me lo hizo un tiburón. No hablaron más y se quedó un silencio incómodo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario